En Kenia el carbón vegetal sigue siendo una de las principales fuentes de energía para cocinar, sobre todo en los hogares con pocos recursos económicos. El sector crea más de 700.000 empleos y mueve más de 400 millones de euros anualmente. Es una de las industrias líderes del país junto al turismo, la horticultura y la exportación de té, café y flores talladas.
El carbón se produce quemando madera en una atmósfera con muy poco oxígeno, en un proceso que se conoce como carbonización. Las técnicas usadas para generar carbón vegetal en África son muy rudimentarias y con una eficiencia limitada. Los productores utilizan hornos tradicionales en los que la madera se apila y se quema cubierta de tierra. Se calcula que para producir una tonelada de carbón vegetal se necesitan 10 toneladas de madera.
Esta producción tiene lugar en áreas rurales de provincias como Kitui, kajiado, Baringo y Río Tana. De allí se transporta en camiones hacia las grandes ciudades.
El saco de carbón se vende en Kenia por un precio aproximado de 20 euros. Pero las mujeres lo venden en el mercado dividido en pequeñas cantidades, para que sea accesible a los bolsillos de las compradoras. Una técnica muy extendida en África, dónde hasta los ajos se venden separados por dientes.
Para tratar de paliar el alto coste medioambiental de esta industria, el condado de Kitui prohibió en 2018 la venta y la exportación de su carbón vegetal fuera de la provincia. Un mes después se aplicó una moratoria a nivel nacional que paralizó su transporte, su producción y su uso. Pero esta prohibición no es efectiva y ha acabado por incentivar el contrabando.
Por poner un ejemplo: en kisumu, una población de más de dos millones de habitantes situada frente al lago Victoria, el carbón vegetal se sigue usando de manera generalizada y se transporta ilegalmente desde Uganda, dónde su producción todavía no está prohibida.
El gobierno central está haciendo esfuerzos para facilitar el uso del butano y otros gases licuados del petróleo como fuente de energía en los hogares keniatas a través de subsidios y otras intervenciones. Pero la guerra contra el carbón vegetal no ha hecho más que empezar y va para rato.

Nota sobre el autor
Jordi Rovira es periodista y guía en África desde hace más de 15 años. Diseña y guía viajes para Dinka Travel, una agencia de viajes joven pero con mucha experiencia. Si te interesa saber más, visita la web de Dinka Travel o contacta por email a jordi@dinkatravel.com o a través de jordi@sobreafrica.com